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Así se crea un enigma

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Llevo muchos años creando enigmas y retando con ellos la capacidad de investigación, asociación de ideas, imaginación y, en general, la calidad de las neuronas de los que se enfrentan a ellos.
Pero ¿qué es un enigma en nuestro concepto lúdico del tema?

Se trata de un reto que se plantea a otras personas para poner a prueba su habilidad para resolverlo en una competición, a ser posible antes que los demás. Su apariencia es terrorífica y, a primera vista, parece que no tiene pies ni cabeza y que eso no hay quien lo resuelva.

Suele tener siempre la misma estructura, es decir un título, un texto, una imagen, una pregunta y, como ayuda, una pista (a veces es una “despista” 😉 que tiene a su vez un texto corto, un enlace (con su texto alternativo) e incluso en ocasiones una pequeña imagen. Es todo lo que necesita el jugador para iniciar su investigación. Hay que tener en cuenta que, como dice el dicho, esto es como el cerdo: todo vale, todo se come… todo es una pista.

Enigmas para ver el museo Thyssen-Bormisza de una manera diferente.
Enigmas en el museo Thyssen.

Mucha gente me ha preguntado cómo se crea un enigma. De hecho es algo muy sencillo, al menos a primera vista. Yo lo comparo con muchos pasatiempos en los que su dificultad nos hace pensar en la enorme capacidad del que lo pensó y diseñó, pero muchas veces esto no es así. Imagina un plato de los irrompibles, tipo duralex, que si consigues romperlo obtienes así, gratuitamente, uno de los más difíciles puzles* del mundo, si es que te propones la misión “arqueológica” de recomponerlo. Sin duda haría falta mucho incentivo para empezar con esa tarea, en vez de ir rápidamente a por la escoba y el recogedor, pero habrás de estar de acuerdo conmigo en que es mucho más fácil fabricar este rompecabezas que resolverlo.

Bueno, pero volviendo a cómo diseño los enigmas, lo primero que hago es encontrar un dato o una imagen sugerente, algo así como la madeja de la que luego saco el ovillo. La idea es dar con algo que no sea corriente y que se preste o que tenga varios cabos sueltos, y si no los tiene… se crean.
A partir de ahí todo es componer la música que, al ser interpretada adecuadamente, permita al jugador ir poco a poco siguiendo el hilo e ir descubriendo datos, interpretando pistas y que todo ello vaya encajando como una sinfonía bien ejecutada.

Esto no es fácil porque, a veces, la pretendida obra sinfónica se convierte en un disparatado concierto de ruidos que enredan al jugador, lo despistan y lo aburren. Es lo que éste siente cuando se sale de la línea de búsqueda adecuada y llega a un cruce de varios caminos, sin datos para elegir, o llega a una calle sin salida. Si ocurre así, el enigma está mal construido.

Pero cuando el jugador ve que las piezas van encajando, que los datos le confirman que va por el buen camino y cuando consigue al fin la respuesta correcta y se le felicita por su hallazgo, la sensación de triunfo, con su correspondiente descarga de adrenalina, merece la pena. El héroe piensa por un momento que es el mejor, el único que lo ha conseguido.

En la actualidad los enigmas son más sofisticados en cuanto a los medios utilizados, y por eso nació Fonkana, un sistema de ginkanas con móviles que aprovecha al máximo la potencialidad de estos dispositivos y permite dar al jugador una amplitud mucho mayor de juego y posibilidades.

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